lunedì 28 marzo 2011

Papa: "Jesús nos espera para hablar a nuestro corazón".

Religiosa mexicana describe cómo se vive en Japón a dos semanas de tragedia


La religiosa mexicana María Matilde Núñez, una de las tantas misioneras que asiste a los damnificados en la diócesis de Saitama, Japón, narró a ACI Prensa la situación que viven miles de desplazados por el sismo y tsunami que el 11 de marzo pasado devastó la costa este del país.
La religiosa es una de las 48 integrantes de la Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, fundada en México y presente en Japón desde 1951.
En su relato, pide que los medios de comunicación difundan los testimonios de esperanza que abundan en estos días en la isla y que no exageren las consecuencias de la tragedia porque -asegura- debido a la prensa internacional miles de inmigrantes han decidido abandonar el país.
La hermana María Matilde narró los milagrosos rescates de una mujer embarazada y de una anciana de 80 años junto a su nieto adolescente atrapados en los escombros.
Para la religiosa, lo más importante en este momento es destacar la gran solidaridad del pueblo japonés y que no cesen las oraciones por las víctimas.
Para leer el relato completo visite:http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=358  

EVANGELIO DEL DÍA publicado por Papaboy – Lunes 28 Marzo 2011 ( San Lucas 15,1-3.11-32.)

Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.